viernes, 5 de septiembre de 2014

Mario Draghi


Mario Draghi (Roma, 3 de septiembre de 1947, Virgo) adumbra su entorno como la Parca, proyectando una sombra mayor que la que naturalmente correspondería a un hombre de su talla. Los cristales de las gafas ligerísimas que siempre lleva dotan a su mirada ojerosa de una acuosidad batracia, y entre eso y que gobierna en el lodazal europeo de la economía, Mario Draghi se me antoja un sapo listo de dientes romos.

Mario Draghi, Presidente del Banco Central Europeo desde noviembre de 2011, acaba de bajar los tipos de interés una décima, y por esa aritmética rara y miedosa del dinero las bolsas europeas han subido un 1%. Pero Mario sabe mucho de pasta, tanto que es su firma la que rubrica los billetes que manejamos. En su caso es literal eso de que un autógrafo vale millones.

Es normal entonces que en sus apariciones públicas sonría con la suficiencia agraz de quien se sabe más valioso que sus congéneres, pero el hombre se lo ha trabajado mucho. Es economista de carrera, ha sido Director General del Tesoro y Presidente del Comité de Privatizaciones, labor a la que se dedicó con tanto ahínco que con los fondos obtenidos redujo la deuda pública italiana lo suficiente para entrar en el euro. Y tras contribuir a vender su país, trabajó en Goldman Sachs, el banco de inversión responsable del fiasco de las hipotecas subprime y de la crisis financiera de Grecia. Con este historial no me cuesta imaginarlo de niño, dándole mal las vueltas del pan y la leche a su mamma para así ahorrar y pagarse la carrera. La ironía está en todas partes.

No obstante, a Mario Draghi le respetan, pero no le admiran. Su compatriota Maquiavelo diría que en realidad le temen, porque en el mundo capitalista de hoy, el dinero es lo único que cuenta, y el bueno de Mario es quien lo fabrica y distribuye. Si un día se le fuera la mano firmando billetes se iba todo al carajo y se descubría el truco de magia que convierte el dinero en algo valioso. Quizá entonces, paradojas de la vida, empezáramos a dar valor a todo aquello que lo tiene per se. Dejaríamos de hacer la equivalencia ruin del tanto tienes, tanto vales, y se le perdería el respeto, el miedo y la admiración a todos esos personajes que se han hecho millonarios a costa de todo y todos los demás.


Y Mario Draghi iría al paro, irónicamente por trabajar demasiado.

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