Fernando Alonso
(Oviedo, 29 de julio de 1981, Leo) posee cuello de buey arador, como si fuera
así como conduce sus bólidos: tirando de ellos con un yugo. Su mandíbula
pugnaz, tan caricaturizada, es la confirmación de ese esfuerzo perenne por
tirar pa’lante con lo que sea, sobre todo con su coche de este año.
Pero Fernando Alonso ya
no pudo tirar más ayer domingo en Monza, y después de dejar el circuito lleno
de surcos y caballones por arrastrar un Ferrari con mil caballos muertos,
abandonó. Abandonó delante de los ferraristas, de los tifosi, de la hinchada del Cavallino
Rampante, no sé si para pedirles que empujaran o para que sufrieran con él.
Aquí en España más de uno se habrá alegrado de este fracaso, porque muchos no
le perdonan no ser simpático. En este país los que triunfan tienen que parecer
humildes y sonreír, como si agradecieran a los paisanos haberles permitido
triunfar. Si no vas a todos lados haciendo reverencias y dando las gracias
corres el riesgo de que te tomen por un soberbio que cree haber llegado arriba
con su propio esfuerzo; como si los otros, los demás, no te hubieran aupado al
podio.
Ahora el ovetense
sonríe más, probablemente por sugerencia de su responsable de comunicación, y
entonces ya sí que parece que toda su cabeza es mandíbula. Este rasgo físico
debió de ser lo primero que alertó a Michael Schumacher allá por 2003, cuando
el Alonso debutó en la Fórmula 1; era el único de la parrilla con más mentón
que el alemán. Y Fernando debió de preocuparse cuando en 2007 vio a otro piloto
con semejante prominencia llamado Sebastian Vettel. Puede que sea una
deformación profesional provocada por los cascos, que ya desde pequeñitos les
aprieta el cráneo por arriba y el organismo,
merced al sistema de vasos comunicantes, se equilibra por abajo.
Sea como fuere,
Fernando Alonso sonríe ahora sin ganas, porque a pesar de todo, los ojos siguen
diciendo más que los dientes, y los suyos reflejan la melancolía de victorias
pasadas, cuando su coche no pesaba tanto y todos los dentistas del mundo se
frotaban las manos pensando en tenerlo como cliente. Se rumorea incluso que
este 2014 podría retirarse de la Fórmula 1, quizá para volver después, cuando
se corra con automóviles a pilas, a metano o nucleares, cualquiera sabe.
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