Javier Hernández Balcázar, “Chicharito” (México, 1 de junio de 1988, Géminis) tiene carita de joven promesa del bolero y otros ritmos latinos. Y se acentúa cuando sonríe, con dientes Profidén y ojillos pícaros enmarcados por unas cejitas perfectas que serían la envidia de cualquier miss.
Pero Chicharito no
canta boleros ni conquista amas de casa yanquis mientras les limpia la piscina
sin camiseta, sino que juega al balompié. Basta verlo de corto para darse
cuenta de que piernas como las suyas no son propias de los escenarios y sí de
los estadios, aunque a veces unos y otros sean lo mismo. La ternura de las
facciones todavía un poco niñas del mexicano contrastan con la musculatura
hercúlea de esas extremidades inferiores que convierten a todos los futbolistas
en un poco centauros, de tal manera que a veces, cuando los veo sobre el campo,
antes de cocear en un partido, me da la sensación de que se van a comer la
hierba.
A Chicharito se lo ha
traído Florentino desde la fría Inglaterra, tal vez con la esperanza de que con
un clima más similar al de su tierra, rinda mejor que allí. O tal vez solo quiera
tener otro niño guapo que ayude a vender camisetas, pósters, colonia y ropa
interior, que el Real Madrid, antes que un equipo de fútbol es un negocio, mal
que les pese a sus hinchas acérrimos. Un negocio que estaba descuidando a la
afición latinoamericana, falta de un héroe madridista con el que identificarse.
Ay, Hugo, qué pena que te fuiste.
El Chicharito juega de
delantero, como su papá, al que apodaron Chícharo (guisante) por sus ojos verdes y ser más bien chaparrito.
Habrá que ver si logra hacerse notar en un equipo con Cristiano Ronaldo y Karim
Benzema en esa misma posición. Así será si su juego es tan alacre como su
mirada, pero de no ser así, el muchacho solo lucirá palmito en galas y eventos,
y no pisará la hierba más que para entrenar y mantener el tono. Y dentro de un
año, cuando acabe la cesión, volverá a la campiña inglesa a aportar su calidez
bruñida a la palidez húmeda de la Premier League. Me da a mí que Chicharito
querrá quedarse en España, y que intentará meter goles además de posar para El Corte
Inglés, Zara o Coronita. Pero que no olvide que los centauros son herbívoros:
comen hierba, fruta y también guisantes.
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