Ana María Botella Serrano (Madrid, 23 de julio de
1954, Leo) tiene el pelo rizoso de churrera curranta del Madrid castizo, ese
del chotis, el azulejo y el soconusco de la tarde. Posee la frente ancha que se
le presupone a las personas inteligentes, nariz un poco hombruna y un asesor de
imagen que a veces la confunde con su marido y por eso me la saca a la calle
sin pintar.
Ana Botella dijo ayer que no se presentará a
alcaldesa en 2015, intuyo que debido a las presiones ejercidas por el medio
ambiente, maltratado desde que ella ocupara dicha concejalía en 2007. El medio
ambiente no le perdonó que le contaminaran el aire más de la cuenta en la
capital, ni que desde el ayuntamiento pretendieran ocultarlo trasladando las
estaciones de medición a la periferia. Así que el medio ambiente, que no
entiende de moral y sí de daños colaterales, dejó caer un par de ramas sobre
dos inocentes madrileños con resultado de muerte. También podría haber sido
cosa del karma o la justicia poética, aunque entonces los leños se habrían
precipitado sobre la propia alcaldesa con vaya usted a saber qué resultados.
Dicen las últimas encuestas de todos los bandos que
a Ana Botella no la quería casi nadie como alcaldesa, por lo que la reforma Popular
sobre la designación de alcaldes le iba a salir a Rajoy por la culata en
Madrid. Ahora que la vicaria de Gallardón I de Keops se aparta sacrificadamente
de la carrera, la reforma tiene vía libre, y encima Rajoy ya no escuchará más
chistes sobre la alcaldesa, que daba mucho juego a la oposición, los
periodistas, los humoristas, los taberneros, los camareros, los dependientes,
los verdes, los rojos y los moraos. Se acabarán las manzanas y las peras para
hablar de los homosexuales, que la salud y la contaminación no están
relacionadas o que el coffee en la
Plaza Mayor es de lo que no hay.
Ana Botella no ha dado la talla como alcaldesa de Madrí, que es mucho Madrí, lleno de coches, de gente y de problemas. Ana Botella
pensaría que bastaba con hacer carreteras, parques y carriles bici, que to er mundo e güeno y que la gente se
muere en sus casas. La putada fue que Madrid está lleno de baches, que los
árboles no se aguantan en pie, que los sistemas informáticos fallan, que las
bandas y los mafiosos de la noche hacen dinero a costa de la integridad de
otros y que la gente se muere en los vomitorios de un botellódromo.
Madrid es mucho Madrid, chatina, y a ti no te eligió
ni dios.
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